Ese extraño sentimiento cuando extrañas a alguien del
pasado, ese extraño sentimiento al ver las antiguas fotos, al ver cada rincón
donde os escondíais, al pensar en aquellos recuerdos, al leer los millones de
mensajes de altas horas de la madrugada, aquellos mensajes que conseguían
quitarte el sueño y te hacían quedarte despierto hasta la madrugada. Ese
extraño sentimiento al ver que todo ha cambiado. Cuando antes reías, veías esa
larga sonrisa sobre su rostro, bajo esos preciosos ojos azules que invadían tu
mirada… pero ahora, simplemente ya no ves nada, parece que una barrera ha
impedido que vuelvas a mirarla y a poder tocarla.
Aún recuerdo aquel tacto suave que recorría la espalda, o
aquellos abrazos por la espalda que al girar el cuello, sonrías al ver que era
ella. Echo de menos el despertarme cada mañana y no ver ese mensajito de
“Buenos días mi príncipe. ¿Qué tal has dormido? Espero que bien, aunque sé que
podrías haber dormido mejor si hubiera estado ahí contigo.”
También echo en falta aquellas tardes en las que me decías
“¿Qué vas a hacer hoy?” y yo te respondía “No sé, creo que nada.” y tú tan
fugaz y en tan solo segundos me contestabas “Pues ábreme la puerta, he venido a
pasar mi día a tu lado.”
Quizás sea duro recordar el pasado como algo que simplemente
pasó. Pero más duro es tener que soportar vivir tu presente de distinta manera
que tiempo atrás solamente por haber cometido varios errores en la vida que por
orgullo o por mil motivos más, no has sabido rectificar.
No debía de haber recordado todo esto, pero… ¿y qué? Sé que
duele ver como poco a poco el mundo gira y a veces nos toca estar boca abajo,
pero a pesar de eso debemos saber esperar, y tener la esperanza de que volverá
a girar, que levantaremos la cara y digamos a ese mundo “OLE YO, QUE HE VENIDO
A DEMOSTRAROS QUE A PESAR DE LAS CAÍDAS, A PESAR DE LOS LLANTOS, DE TODOS LOS
GOLPES, SIGO AVANZANDO CON O SIN LAS PERSONAS QUE EN UN PASADO ME APOYARON.”